En 1998, Hugo Chávez
inauguraba su mandato como presidente y Sergio Ramírez era el exitoso
escritor que recorría las capitales latinoamericanas, reinaugurando de
mano del grupo PRISA el premio Alfaguara de novela que había obtenido de manera compartida con el cubano Eliseo Alberto.
Se hablaba
mucho de política y poco de literatura. O, mejor dicho, de cierta
política. Era el momento de auge del discurso neoliberal en
Latinoamérica y del abandono acelerado por no pocos intelectuales de
izquierda de sus antiguos ideales.
En los quince años transcurridos mucho ha
cambiado América Latina, en buena medida gracias a Chávez. Por ello,
tal vez el líder bolivariano sea un día protagonista de una de las
novelas de Ramírez, pero al menos ya lo ha sido varias veces de los
artículos de prensa del escritor nicaraguense. En el más reciente de
ellos, el novelista insiste en comparar al líder bolivariano con Eva
Perón, “generosa para colmar de regalos a manos llenas a los más pobres a
costas de las arcas del Estado que entonces parecían inagotables y
arrancada igualmente del mundo de los vivos por un cáncer traicionero”
afirma quien fuera luchador antisomocista.
En un análisis extemporáneo, que parte de
un presunto embalsamamiento del cádaver de Chávez que ya no se
realizará, Ramírez dice que “al caudillo muerto se le recuerda como uno
recordaría a su propio padre, bondadoso, dispuesto a extender la mano
para colmar de dones a sus partidarios y, al mismo tiempo, decidido a
castigar a los díscolos enviándolos a las llamas del infierno”. “A nadie
se parece más el comandante Chávez que a Eva Perón”, añade el ex
vicepresidente de Nicaragua, y simplifica así el profundo proceso de
transformación social operado en Venezuela. Antes había escrito:
”sin duda seguirá vivo por muchos años el chavismo, mientras haya
quien recuerde quién le regaló su primera bicicleta, o su vestido de
primera comunión”.
¿Ignora Sergio Ramírez la diferencia
entre justicia y caridad? ¿No conoce que el derecho conquistado y
proclamado en leyes y constitución es muy diferente a la dádiva? Quizás
pueda entenderlo leyendo lo que el reverendo Raúl Suárez considera
el mejor documento de la Iglesia Católica en Cuba en los años de la
Revolución, derivado del Encuentro Eclesial Cubano, donde esta reconoció
que "La sociedad socialista nos ha enseñado a dar por justicia lo que antes dábamos por caridad”.
Más allá de despertar el fervor popular, no es tan difícil comprender
entonces en qué son diferentes Chávez y Eva Perón y que en Venezuela las
“arcas del Estado” regalaban -antes de la Revolución bolivariana- a un
bipartidismo corrupto que había sumido al país petrolero en un 60% de
pobreza.
Ramírez habla del “mito” Chávez y lo
atribuye a “que el mito arraiga mucho mejor en las sociedades en que
persiste un profundo sustrato rural, y es allí, en ese sustrato, donde
también crece con renovado verdor la figura del caudillo”, haciendo
analogías, además de con Evita, con el médico venezolano José Gregorio
Hernández y el culto a María Lionza.
Otro escritor, el colombiano William Ospina, afirmó antes
que Sergio Ramírez pero con un sentido más amplio -que incluye
luchadores revolucionarios, escritores y artistas- la entrada del
Comandante Chávez en la mitología latinoamericana:
“Y tal vez nos será
dado asistir al paso de Chávez de la historia a la mitología, a la
novelesca mitología latinoamericana, de la que forman parte por igual
María Lionza y José Gregorio Hernández, Rubén Darío y José Martí, Carlos
Gardel y Eva Perón, Martín Fierro y Jorge Eliécer Gaitán, Simón Bolívar
y Túpac Amaru, Frida Kahlo y Pablo Neruda, Eloy Alfaro y Salvador
Allende, el Che Guevara y Emiliano Zapata, Vargas Vila y Jorge Luis
Borges, Benito Juárez y Morazán, Pedro Páramo y Aureliano Buendía.
“Una mitología de la que hoy tal vez sólo tenemos vivos a Fidel Castro y a Gabriel García Márquez”
La llegada de Chávez a esa lista, Ospina
la atribuye a que intentó: “abrir camino a un poco de justicia en un
continente escandalosamente injusto”. Algo que una vez también quizo
hacer Sergio Ramírez pero que abandonó al extremo de motivar un artículo de Pascual Serrano con el título de “¿Es usted un guerrillero latinoamericano convertido al neoliberalismo? En el diario El País hay un sitio para usted”.
La industria mediática y cultural
asentada en España y Miami intenta construirle sus ídolos a los
latinoamericanos pero los pueblos son sabios. Como ha dicho William
Ospina, “Chávez entrará en la mitología de los altares callejeros”, un
lugar donde no manda el grupo PRISA, sino el corazón de los
latinoamericanos. Y “seguirá vivo por muchos años el chavismo” pero lo
hará por hacer justicia, no por dar dádivas.
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